Sí a la rutina
Este es un tema que escuchan por todos lados cuando tenemos hijos y en ocasiones hasta nos molesta un poco el pensar que debemos “adaptarnos a la vida de nuestros hijos” pero la verdad, estudios lo demuestran y sobre todo, la experiencia nos enseña a que si les ayudamos a saber qué esperar en cada situación, se sentirán más cómodos, cooperan mejor y ayudamos a su equilibrio emocional. Los horarios y límites construyen su educación y personalidad.
Hablando específicamente del sueño, al tener rituales, los niños van haciendo predecibles los momentos y esto evita conflictos y negociación, pues saben qué esperar. Por ejemplo: cena, baño, leche, cuento, agradecimiento o resumen del día y a dormir. Hasta el cuerpo va cediendo ante el proceso.
No pretendamos dormir niños si están brincando por toda la casa, o alterados, hay que bajarles la pila, esta rutina debes ser “aburrida”: Luz baja, actividades relajantes, hasta el tono de voz puede marcar que es momento de descansar. Tratar de coordinar con la llegada de papá a casa, que sabemos que los emociona y pedirle que se suba a este tren de tranquilidad, no que llegue a estimularlo con juegos bruscos o escandalosos. Preferir contarles un cuento.
Estas rutinas se pueden empezar a tener desde la llegada de bebé a casa. Irán teniendo modificaciones conforme van creciendo, es decir, los primeros meses tratar de que las acciones sean las mismas en más o menos una hora establecida (baño, leche, dormir) y todo esto en no más de 20 minutos.
Después a los 6 meses hacia delante esta rutina tomará casi el doble de tiempo, en un horario más rígido y se le incrementará un masaje, canción o cuento.
No importa que ritual tenga cada familia siempre y cuando les funcione para relajar y marcar el momento para dormir.
No olviden añadir en sus rutinas el momento de apapacho y si ya hablan, dedicar unos minutos a hablar con sus hijos.
La repetición de acciones cotidianas forman hábitos y la repetición de los hábitos forman virtudes.
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